
Donde la dualidad nos deje de doler
y el duelo sea una fiesta.
Allí donde la vida permanece
y permanentemente se suicida.
Donde no haya liturgias que no sean las nuestras,
sin velos y sin ruinas.
Donde el aire circule con nosotros.
Que por allí nos busquen, que allí no encontramos.
En un amanecer que nos ensancha,
del que nada tememos.
Crecimos en los límites del mundo
para una locura que nos redime.
Vamos de sombra en sombra.
Que el misterio nos libre de la culpa
y no haya més pecado que una forma
de callar entre ruidos
y esa pereza de ser que destilan
los últimos engaños.
Concierto del DESORDEN, Leopoldo Alas
Pintura: Rothko
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